Misa Crismal

Delegaciones de varias comunidades parroquiales se congregaron este miércoles 20 de abril en la Catedral de San Vicente, para participar en la celebración de la Misa Crismal.

“La celebración que nos reúne es un acontecimiento que nos permite realzar el carácter Sacerdotal que nos distingue como bautizados, miembros de esta Iglesia Diocesana que está al servicio de Dios y de los hombres”, indicó en su homilía el Excelentísimo Monseñor José Elías Rauda, Obispo de la Diócesis.

En dicha celebración, que contó con la asistencia de numerosos feligreses, el Sr. Obispo bendijo los Óleos de los Enfermos y de los Catecúmenos, y consagró el Santo Crisma, utilizados en los sacramentos de la Iglesia para conferir a los creyentes la Gracia divina. Así mismo, los Presbíteros renovaron sus promesas sacerdotales y las comunidades participantes oraron por ellos y por el Obispo para que se sigan entregando generosamente al Señor.

Mons. Rauda refirió además, que la Misa Crismal viene a ser un aliciente para fortalecer la puesta en marcha del Plan Pastoral de la  Diócesis.  “Con esta Eucaristía queremos remarcar el carácter evangelizador de los laicos, ya que son ustedes, junto con sus pastores, los que dan testimonio, en sus lugares, de Cristo”, recalcó.

“En la Misa Crismal adquirimos una especial conciencia de que el ministerio sacerdotal, como instrumento de la acción evangelizadora que continúa realizando  Cristo el Señor Resucitado, es ministerio del Espíritu”, agregó.

A los Sacerdotes les animó a “continuar con la misión que el Señor les ha confiado en esta Iglesia Diocesana, siguiendo el modelo de fidelidad y entrega del mismo Cristo”; concluyó al mismo tiempo que recordó la necesidad de seguir orando por el incremento y la perseverancia de las Vocaciones Sacerdotales, en la Diócesis y en el mundo entero.

La Misa Crismal se celebra una vez al año, en el umbral del Triduo pascual, centro y cumbre del Año litúrgico. Esta sugestiva celebración recibe su luz del Cenáculo, es decir, del misterio de Cristo sacerdote, que en la última Cena se consagra a sí mismo, anticipando el sacrificio del Calvario.