Su vida y su ejemplo dan razón de su beatificación

 Xavier Álvarez

La Beatificación de Juan pablo II que este día primero de mayo realizara en la Basílica de San Pedro el Papa Benedicto XVI es un acontecimiento extraordinario que nos llena de gozo y nos hace reanimar nuestra fe en Jesucristo, pues hemos sido testigos oculares de la vida y obra del ahora beato Juan Pablo.

A tal acontecimiento no le caben dudas ni contradicciones por parte de los fieles católicos, sino que al contrario nos une en agradecimiento y convicción con el Santo Padre Benedicto XVI al proclamar beato a un extraordinario hombre que demostró con su vida y ejemplo que vale la pena luchar por los valores del evangelio de Jesucristo.

Sin duda alguna la Iglesia se viste de gala y se llena de gozo por esta causa, es evidente la alegría que se refleja en el rostro de muchos hermanos al hablar de esta noticia agradable. Es mas, en el país diferentes sectores inclusive no católicos han visto con alegría tal acontecimiento.

Es que nadie pude poner en duda el importante trabajo que realizara en su pontificado Juan Pablo II, nadie puede negar su atrayente carisma y su derroche de amor a cada paso, quién puede  negar su acercamiento sincero y amoroso a los jóvenes de todo el mundo y su incansable lucha por la unidad de los cristianos. Nadie, nadie puede dudar ni objetar al menos con razones firmes el trabajo pastoral de el Papa Grande.

Su amor, entrega y fidelidad a la misión que le encomendara Dios al dirigir el timón de la enorme barca que es la Iglesia Católica sin duda es mas que evidente. Además su incansable lucha por los derechos de los desprotegidos y la defensa de la vida en todas sus dimensiones, a si como la promoción y  respeto a la fe lo sitúan en un pedestal destacable y admirable.

Por eso hoy la Iglesia quiere proponernos con su beatificación, el ejemplo su vida como modelo a imitar, pues en toda su vida supo poner a Cristo en el centro y principio de sus acciones, también nos enseño con su entrega y su confianza a María un camino para llegar al cielo. No cabe duda que su ejemplo de oración y silencio nos mostró que es posible adentrarnos en la comunión con Jesús desde lo más sublime del corazón.

No alcanzarían las palabras para hablar de la vida de este hombre ejemplar y abnegado, pero hoy le recordamos y nos unimos con él y con la Iglesia a este gozo que nos propició por su amor y entrega a Dios. Gracias Juan Pablo II por enseñarnos con tu ejemplo que hoy todavía es posible ser santo. Hoy recordamos con esperanza tus palabras; “No tengan miedo, abridle de par en par las puertas a Cristo”.

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