Jesús y la Mujer Cananea (Mt 15, 21-28)


Semanalmente los sacerdotes hemos tomado a bien, publicar una reflexión del Evangelio Dominical. Comenzamos está semana con la reflexión que nos ofrece el Padre Víctor Alvarado. Recuerden que las sugerencias nos ayudan a ofrecer aquello que a ustedes les puede ayudar. No dejen de escribirnos. 


Jesús encuentra a una mujer cananea, perteneciente a un pueblo recordado en el Antiguo Testamento como idólatra y enemigo de Israel.

Esta mujer pide a Jesús piedad, actitud propia de la oración de los israelitas. Le llama Señor, Hijo de David, títulos que evocan el misterio de su Persona y que incluso a los discípulos les cuesta reconocer.

Sabe que está ante Alguien para quien es suficiente ver, compadecerse y actuar. ¿Estoy dispuesto a pelear, insistir y buscar salidas incansablemente por tantos hijos amenazados por el demonio del hambre, la sed, la explotación, la insolidaridad, la injusticia?

En el versículo 23 nos sorprendemos porque Jesús no le respondió nada. Aunque sus discípulos dijeron: «Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros».

A veces Jesús no responde para que respondamos y actuemos en su lugar.

¿Tenemos oídos para escuchar las súplicas -a veces, los gritos- de las personas que necesitan ayuda? ¿Cómo actúo ante ellas?

¿Soy consciente y trato de ayudar y aliviar? ¿Me molestan los gritos, necesidades, injusticias que padecen los demás?

Además de ayuda económica, lo que muchas personas necesitan es una mano tendida, una actitud acogedora, un interés sincero por sus problemas e interrogantes.

Pero a veces, y hay que decir que pasa la mayor parte del tiempo, Jesús se queda callado para que aprendamos a insistir y a tener paciencia. Bien dice la sabiduría popular: «Dios sabe lo mejor». Y en esa oración perseverante, en esa “dulce espera” que nace la fe, sabemos que Dios nos dejará sorprendidos con la mejor solución para nuestros problemas y la mejor respuesta para nuestra petición.

El silencio de Dios, nace de la Sabiduría de Dios. Él sabe lo mejor, por eso, muchas veces, calla. O en palabras de san Juan de la Cruz: Él «habla en eterno silencio».


P. Víctor Alvarado

1 comentarios:

Michelita Z dijo...

y es que esa es la mejor actitud a tomar cuando esperamos la asistencia divina...una dulce espera y la confianza en la respuesta perfecta de nuestro Senor. Asi mismo, es increible como el maestro esta esperandonos siempre para que reaccionemos ante el llamado que nos hace a diario por medio de la necesidad de nuestro projimo. Bendiciones P. Victor y gracias por su reflexion que me ayuda a profundizar la palabra de Dios

 
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