Con sus parábolas, Jesús trata de acercar el reino de Dios a cada familia, cada persona. Por medio de estos relatos cautivadores va removiendo obstáculos y eliminando resistencia para que estas gentes se abran a la experiencia de un Dios que está llegando a sus vidas.
Cada parábola es una invitación a pasar de un mundo viejo, a un “país nuevo”, lleno de vida, que Jesús está ya experimentando y que él llama “reino de Dios”.
Sus relatos son una llamada a entender y experimentar la vida de manera completamente diferente: La manera de Jesús.
El seguimiento de Jesús se juega en la práctica. La parábola es una invitación a la conversión y a cumplir la voluntad del Padre. Las teorías y las palabras, por muy bonitas y conmovedoras que sean, no dejan de ser palabras. Lo interesante son los hechos. Los auténticos creyentes, hoy y siempre, son quienes hacen vida el Evangelio de Jesús.
El ideal no es decir "no" y luego “sí”, tampoco decir "sí" y luego “no”. El ideal es decir "sí" con convicción y compromiso y luego ser consecuentes y coherentes en la vida.
Concédenos, Señor,
un poco de calor, para nuestra frialdad;
un poco de consistencia, para nuestro barro;
un poco de agua, para nuestra sed;
un poco de luz, para nuestros momentos oscuros;
un poco de alegría, para nuestras penas;
un poco de ternura, para nuestras debilidades;
un poco de amor, para nuestro egoísmo;
un poco de ilusión, para nuestra desgana;
un poco de firmeza, para nuestras decisiones;
un poco de vida, para nuestra vida.
Concédenos, Señor,
un poco de escucha, para tu palabra;
un poco de sabiduría, para ser felices;
y un poco de tiempo, para aprender a ser hijos.
Concédenos, Señor...
congruencia, prontitud, disposición.
P. Víctor Alvarado
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