Signos del Reino en medio del mundo


Entresacando algunas ideas del capítulo uno de san Marcos, me encontré con el sorprendente resumen -que en pocas líneas- se puede hacer sobre la actividad de Jesús: en casa de Simón ante la mujer enferma dice Mc que Se acercó, la tomó de la mano y la levantó. Ante la cantidad de enfermos que eran llevados a su presencia, el mismo Evangelista dice que  Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios. Y para enseñar a sus discípulos la necesidad de la comunión con el Padre, Se puso a orar. Finalmente, se fue a otro lugar a predicar pues como El mismo dice “para eso he venido”.

Es el camino que Cristo traza para que la Iglesia lo siga. El cristiano es también un  apóstol y tiene la tarea de ser cercano con los hombres y mujeres de su tiempo. Ante la presencia del mal en el mundo, el cristiano tiene el deber de “curar” al mundo de sus males y “expulsar” dicho mal del entorno en que se vive.

Como esos enfermos que acuden a Cristo, también nosotros estamos llamados a descubrir nuestras enfermedades sin temor y a presentárselas llenos de confianza, sabiendo que Él ha venido no para condenar sino para salvar, que Él ha venido a buscar la oveja perdida y que Él quiere por encima de todo que gocemos de su amor y de su felicidad.

 Como el Apóstol Pablo, dejemos también nosotros que el amor de Cristo inunde nuestras vidas y seamos para los demás canales para encontrar este amor de Cristo en sus vidas.

Hoy que nuestro país se dispone para vivir un período electoral intenso, me parece oportuno recordar las palabras que Benedicto XVI, pensando especialmente en los jóvenes, lanzó al mundo en el mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2012: “Me dirijo también a los responsables políticos. Ofrezcan a los jóvenes una imagen límpida de la política, como verdadero servicio”. Ojalá que se puedan celebrar las elecciones 2012 en ese clima cordial descrito por el pontífice. 

P. Victor Alvarado

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