El Hogar es un lugar muy especial para todos, lo es porque es ahí donde nos reunimos a diario con nuestros familiares, para convivir y apoyarnos mutuamente. Es también el espacio físico en el cual habita como eje principal la familia en la crecemos y aprendemos valores, creencias y actitudes.
Por tanto, nuestra casa es un patrimonio familiar que se debe cuidar y respetar, es además nuestro refugio contra la lluvia o el viento. También, es el lugar donde nos resguardamos para estar protegidos de toda inclemencia o peligro.
En este sentido, cabe destacar el cuido que merece, y la responsabilidad que tenemos quienes la habitamos. Sobre todo porque es el hogar de nuestra familia, y lógicamente que nadie quiere habitar, en una casa sucia, descuidada o manchada de las paredes, al contrario a todos nos gusta vivir en lo aseado y ordenado.
Digo lo anterior porque como católicos tenemos una casa muy especial que es común a todos, y es LA PARROQUIA, casa de Dios y de todos sin distinción en donde nos reunimos para participar de la fe en Jesucristo y cuidar de esta casa es también responsabilidad de todos.
Seguramente usted se ha dado cuenta de lo hermosa que esta nuestra Parroquia, aseada, pintada y en orden. No obstante, hay algunas cosas que debemos tomar en cuenta si queremos mantenerla en buen estado.
Es triste ver una banca rayada o manchada, o la pared pintada o con huellas de polvo y lo es más aun cuando encontramos basura en el piso, todo por la irresponsabilidad y descuido de algunos que sin pensar dañan las bancas, manchan o ensucian la parroquia. Esto no debe seguir así, debemos pensar que es nuestra casa común y por tanto ser responsables y cuidarla.
Los padres de familia tienen la obligación de educar en los valores a sus hijos, enseñarles a cuidar las cosas y mostrarles su valor. En este sentido, son ellos los que deben prohibir a sus hijos manchar, rayar las bancas o tirar basura, y no solo son los niños o los jóvenes los que hacen esas cosas, tristemente hay adultos que también lo hacen se debe evitar.
Piense, de usted depende mantener en orden y aseada la parroquia, no solo depende del ordenanza. Tome en cuenta que la Parroquia no es el parque o la calle, no es un lugar para comer chicle, rayar las bancas o patear los reclinatorios, que son lugares para arrodillarse no para poner los pies.
Jesús en una ocasión limpió con fuerza los alrededores del templo (San Juan 2, 13-16), pues es casa de oración y culto a Dios y por ello merece nuestro respeto y cuidado. Por tanto hagamos juntos la obra, mantengamos bonita la casa de Dios que es también de nosotros sus hijos.
No es tarea difícil, sobre todo si tomamos conciencia que es casa de todos, el lugar donde nos reunimos para vivir y celebrar nuestra fe. Y si nos gusta que nuestro hogar este limpio y cuidado, nos debe gustar también tener nuestra Parroquia resplandeciente y digna de la presencia de Dios.
Nuestro templo parroquial es muy hermoso y se mantendrá así si todos lo cuidamos. |
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